La programación y la literatura

Lo primero fue un niño frente a una cumputadora en una feria tecnológica, la madre lo había llevado y a la entrada de la feria había una sala con computadoras y cada una tenía un programa gráfico, en el cual un mapa de la feria le decía al asombrado niño el nombre de cada salón que él señalaba. Luego fue el interés intinerante por las computadoras de los diferentes trabajos de la madre, siempre escribiendo tonterías en wordperfect, con tal de usar la maquina, luego fue un tablero MSX Basic y andanzas por el código simple de aquellos juguetes. Pero luego fue la beca, inicialmente un año programando con pascal para MS-DOS, pero después la música, los amigos de la farándula, la literatura. Me olvidé del ordenado desorden de la programación y me sumergí en el caos de la creación artística.

Varios años, varios exitos moderados, y al final de mi carrera (intrascendente sobre qué) una tesis sobre la optimización de paredes refracatarias, un programa que implicó la aplicación de complejos algoritmos, una aplicación que me recordó la facinación de programar, desde entonces la informática he regresado y me ha atormentado.

Pero no he podido olvidar mi pasado literario, y mi presente, que leer aun me facina, y por tanto no puedo evitar ver los paralelismos entre programar y escribir ficción, veamos:(No pienso llevar un paralelismo explícito los que programen que vean como les cuadra en su cotidianiendad.)

Cuando se escribe ficción, generalmente cuando ya se tiene algo de experiencia, lo mejor es plantear el "diseño" del relato, algo así como las metas a mediano plazo a las que se debe llegar, o como dice Thomas Mann en Doktor Faustus, refiriéndose a la manera de crear de Adrian Leverkuhn (en este caso música), que concebía la creación como una suceción de problemas.
Todos sabemos que los lenguajes de programación son lenguajes formales, es decir, lo que se quiere decir es lo que se dice, no hay ambiguedades ni contextos. Cuando intentamos escribir un relato, nuestras frases estan llenas de sentidos asumidos, que deben interpretarse debidamente gracias a los referentes que los lectores tenemos de nuestra cultura, por eso es que mientras más antigua sea una obra más notas al pie hay que leer. Pues bien, acercarnos a esa formalidad del lenguaje, a no necesitar referentes, o a necesitarlos lo menos posible, es lo que sería el santo grial de la literatura.
Un escritor está atado a reglas que intentan lograr lo de arriba, en general todas las técnicas literarias existen para que la experiencia lector-obra sea lo más íntima posible, aunque hay algunas para que lo sea lo menos posible, pero en definitiva cada escritor, por muy rebelde que sea, se amarra a unas reglas y en ese acotamiento debe crear y debe comunicarse con el lector.
Los escritores tenemos nuestros idolos, nuestras pautas, nuestros microsoft(aunque divido en las miles de editoriales que promueven la literatura fácil).
Cuando uno se inicia como escritor, escribe solo por inspiración y para la inspiración, con una idea inical generalmente débil y el unico placer que reconocemos es el de generar las palabras, sentir como se enlazan e incluso como forman ideas que nunca imaginamos, llega a ser bastante adictivo la verdad, pero cuando pasa el tiempo y nos damos cuenta que solo tenemos un inmenso portafolio lleno de ideas comenzadas y sin futuro, que nos hemos convertido en generadores de recortes... comenzamos a pensar antes de escribir, y los más dedicados logran armar el cuento o novela antes de escribir una letra y, luego, tenemos la libertad de movernos en los límites que hemos inmpuesto. Con el pasar del tiempo descubrimos que el "diseño" del relato es tan divertido como generar las palabras, o a veces más.
Quizás para muchos esto no es más que varias sandeces seguidas, pero les digo más, un cuento nunca termina, simplemente lo dejamos de arreglar, un programa nunca tiene una última versión. Los lectores siempre nos encontrarán defectos, siempre habrá quien nos idolatre, quien nos haga la guerra como amenaza para el software, para la moral, para la literatura, para el mundo empresarial. Quien llore junto a nuestras palabras, quien disfrute las nuevas facilidades de la ultima versión; siempre nos irritaremos por una crítica, nos desilusionará una alabanza. No admitiremos contribución ajena, odiaremos a quien no nos quizo ayudar, nos emocionará que un Alguien grande nos responda con una sugerencia o crítica a un trabajo o pregunta que le mandamos. O recibiremos un día la carta o correo electrónico o llamada telefónica que estábamos esperando, aunque no sabías quien la iba a hacer, o sobre qué iba a tratar, con la oferta que imaginamos será la que finalmente nos permita dedicarnos a hacer lo que más nos gusta, o recibiremos esa llamada, como la recibí yo cuando andaba por las lides de la creación literaria, y sentirán pena, porque ya la llamada que esperan cambió, ahora no debería ser una voz argentina diciendome que sí, fuiste adminitido en el Cardoso, ahora queremos otra cosa, no sabemos exactamente qué, pero sabemos soñar e imaginamos mil variantes de lo mismo, nosotros sentados frente a una computadora, programando en el mejor lenguaje y más poderoso, en un proyecto, el que sea, pero que nos emocione y facine, y de ser posible, que nos paguen bien.

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